El Hospital San Rafael (Centro privado en La Coruña, España, desde 1969) acaba de invertir algo más de un millón de euros para renovar el área de diagnóstico por imagen con la incorporación de equipamiento de última generación. Entre las nuevas adquisiciones figura un TAC de 128 detectores único en Galicia «y casi casi en España», explica Joaquín Mosquera, responsable del servicio. «Fue presentado en Chicago en noviembre pasado, en el Congreso Americano de Radiología, y en marzo ya está funcionando aquí», subraya el especialista, que destaca dos ventajas del nuevo aparato: mayor calidad de la imagen, y por lo tanto capacidad de diagnóstico, con menor radiación para el paciente.
Si los técnicos describen la calidad de las imágenes que capta el nuevo equipo de General Electric aludiendo a que «se ven hasta los poros», el radiólogo apela a las posibilidades que se abren con el nuevo TAC, con un desarrollo de software que multiplica las capacidades para los especialistas. Entre los ejemplos, enumera Mosquera poder realizar coronariografías y screening de cáncer de pulmón a pacientes con riesgo «con una dosis de radiación similar a la de una placa de tórax», o colonoscopias virtuales, evitando tanto las molestias como el riesgo al paciente. Las aplicaciones se amplían a otros terrenos, como la neurología para chequear el cerebro, y a toda la patología abdominal y hepática, por citar solo algunos de los campos de utilización.
Del nivel de definición de las imágenes que alcanza da idea el hecho de que es posible ver las calcificaciones de las arterias y venas hasta el punto de que «podemos discriminar qué y cuánto es calcio y cuánto no en los vasos estenosados, lo que es trascendental para el tratamiento», indica Mosquera. O la capacidad para captar la imagen del latido del corazón en el momento justo e indicado para obtener el mejor reflejo, para lo que el TAC cuenta con un sincronizador que ajusta el disparo.
En diez segundos
A ello suma el nuevo equipamiento un programa específico para pacientes en situación crítica, a los que hay que practicarles estudios con suma rapidez, ya que «podemos hacer un barrido completo en apenas diez segundos». De parecida forma, se adapta a la hora de realizar pruebas a los niños.
Dispone el dispositivo de programación de dosimetría regulada, de manera que ajusta la radiación tanto a la morfología del paciente como a la zona que se va a escanear para reducir al mínimo el impacto, que recoge con exactitud. Esta virtualidad se anticipa a las disposiciones de las directivas europeas, que serán de obligado cumplimiento a medio plazo y obligarán a que cada paciente cuente con una especie de tarjeta o carné en el que especifique la radiación acumulada a lo largo de todo su historial médico.
Fuente: La Voz de Galicia
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